DÍA 6

18-04-2009

 

Habíamos decidido ir a Lixus, las ruinas romanas de la primera ciudad de Larache. La idea era hacer un pic-nic, ir caminando hasta allí y volver después de comer. Pero para variar, noche lluviosa y muy ventosa. Y amanecer lluvioso. No nos hemos querido arriesgar.

Cambiamos los planes. Mientras Lidia y Juanjo van a las casas de las franciscanas y de las Hijas de la Caridad a despedirse, y hacen la compra para la comida, los demás limpian y ordenan la casa donde hemos estado estos días.

La segunda parte de la mañana la dedicamos a la evaluación del encuentro, que realizamos después de comer.

La comida de hoy patatas aliñadas al estilo Lidia, con tomate, huevo, atún, cebolla y zanahoria. Después salchichas, de cerdo no, pero tampoco hemos preguntado al comprarlas de qué eran, por si acaso.

Salimos de compras. No hay muchas tiendas de productos típicos en Larache, pues no es una ciudad turística. Giuseppe nos lleva a una de ellas donde todos hemos podido comprar algo. Han hecho el agosto con nosotros.

Y también hemos tenido el testimonio: hemos visto a una persona nigeriana que había emprendido el viaje para llegar a España hace ya tiempo, pero su situación era tan desesperada que ya ha desistido de llegar. Su única intención era volverse a su tierra. Pero el viaje le cuesta unos 1000 euros de los que no dispone. Está en tierra de nadie, sin medios y desesperado. Otra tragedia más de la emigración.

A las 21 celebramos la Eucaristía. En ella realizamos un signo precioso: un nuevo bautismo, no para nacer a la vida, sino para nacer la misión. Cada uno hemos elegido un padrino como guía.

Hay muchas lágrimas en ellos. Es la despedida de una semana intensa, impactante e impresionante.

Respuestas

  1. Uno de los últimos días de nuestra experiencia…
    La Eucaristía que celebramos a las 21h. se convierte en un emotivo acto en el que cada uno aprovecha para reflexionar sobre lo vivido durante la semana, y para pensar en la gente que hemos conocido y con la que hemos cooperado.
    El día siguiente será ya el de la partida.

  2. A la puerta de la Iglesia hay como un jardín donde la gente vive a la intemperie, sin ningún techo que les cobije de la lluvia ni del sol, del calor ni del frío. ¿Qué futuro les espera a ellos y a personas como el joven emigrante nigeriano o el ghanés?
    En su tierra no tienen nada y al «paraíso prometido» no pueden llegar, y tampoco es lo que imaginan.
    Tan lejos y tan cerca al mismo tiempo. Me ha recordado el título de una vieja película: los «Gritos del silencio» que calan hondo.


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